
1950
Director: Billy Wilder
Guión: Charles Brackett, Billy Wilder, D.M. Marshman Jr.
Música: Franz Waxman
Fotografía: John F. Seitz
Intérpretes: William Holden, Gloria Swanson, Erich von Stroheim
Valoración: ****
Joe Gillis (Holden) es un joven guionista con poca fortuna en Hollywood y que al verse acosado por los acreedores acaba refugiado en una vieja mansión propiedad de una antigua estrella del cine mudo llamada Norma Desmond (la sobreactuada Swanson). La actriz deseosa de recuperar su antigua gloria le propone que repase un guión escrito por ella misma y a partir de ahí se inicia entre ambos una tormentosa relación de celos y posesión.
El trío de personajes principales representan algunas de las peores cualidades humanas, y sin embargo uno acaba sintiendo lástima por ellos sabedor de que en el fondo todos son víctimas de una maquinaria mucho más grande y poderosa llamada Hollywood, que supuestamente obligada a reinventarse a si misma aparca de mala manera tanto a sus viejas glorias (Desmond) como a los que no están a la altura (Gillis). Y esa es una de las grandes bazas de la cinta: la disección nada complaciente de la propia industria en la que los cameos juegan un papel vital (que Cecil B. DeMille se prestara a encarnar la "implacabilidad" de la industria es cuando menos sorprendente).
La historia sufre un bajón considerable en su segunda parte, sin que por ello deje de ser una gran película, convertida en clásico sin duda con el paso del tiempo, pero sin ser una película redonda del todo. Quizá sea por que yo soy de los que me quedo con el Wilder de las comedias antes que con el de los dramas. Aún así no es necesario tener una película redonda para tener una obra maestra; una de esas cintas que se pueden considerar con toda justicia de obligatorio visionado.
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